Las empresas se enfrentan a día de hoy a un mundo globalizado y tremendamente competitivo. No es suficiente con hacer las cosas bien sino que hay que hacerlas de forma diferente para que sus propuestas de valor lleguen al mercado.
La innovación es, por tanto, una necesidad para competir con garantías de éxito. Sin embargo, muchos ven la innovación como un método y tratan de implementar la innovación con una serie de herramientas, de procesos y de modelos. Y a pesar de la importancia de estos procesos, herramientas y modelos, carecen de la relevancia para crear una cultura de innovación dentro de la empresa. Sin una cultura de innovación los resultados esperados dejan de ser óptimos y en casos extremos no producen resultados y desmotivan a la organización.
Para hacer de la innovación una ventaja competitiva sostenible, ésta debe convertirse en un estilo de vida dentro de la empresa y afectar conceptos, productos, servicios y prácticas internas. La innovación no solo cambia los productos y servicios que se ofrecen sino que además transforma a la empresa desde el interior.